Japón en 9 días




Si bien es cierto que Japón es un país con un sinfín de atracciones turísticas y rincones con encanto, es posible sumergirse en la cultura y llevarse un buen sabor de boca en tan sólo unos días.

Es altamente recomendable planear bien el viaje para poder sacarle el máximo partido a la estancia y, sobre todo, el transporte. Desde mi experiencia personal, recomiendo encarecidamente echarle un vistazo al blog Japonismo, donde encontramos una infinitud de entradas con las que podremos planear nuestro viaje con no pocos detalles.

Vuelvo a hacer hincapié en el tema del transporte, ya que es uno de los aspectos más caros del país. Teniendo en cuenta el número de días y sitios que se quieren visitar, puede ser una buena opción comprar previamente el JR Pass, que es un billete que nos permite viajar en tren por todo Japón ilimitadamente durante el periodo que elijamos (7, 14 ó 21 días) y gracias al que podemos ahorrarnos bastante dinero. Se solicita online en el país de residencia y tarda unas 24 horas en llegar. Una vez en Japón, sólo hay que acercarse a una oficina de JR con el resguardo que nos enviaron por correo para obtener el billete.

El que voy a exponer a continuación es el planning de mi viaje en 9 días, con llegada al aeropuerto de Narita (Tokio).


Día 1: Shibuya

Uno de los atractivos a destacar de este barrio es el famoso cruce de peatones, en el que se aglomeran numerosas personas para cruzar de un lado a otro, formando un verdadero espectáculo.
Recomiendo subir al Starbucks para contemplar la escena desde arriba.



Muy cerca del cruce se encuentra la estatua del perro al que su fidelidad le hizo famoso mundialmente, Hachiko.




Este barrio cuenta con una gran número de centros comerciales y mucho ambiente. Aquí también se encuentra Tower Records, una conocida tienda de discos de varias plantas,


Día 2: Ueno y Asakusa





El principal atractivo de Ueno es su parque, con diversos museos en su interior. También cuenta con templos y un bonito paseo alrededor de un lago.




Encontramos un mercadillo donde se podía degustar una amplia variedad de platos típicos de la cocina japonesa, como el Yakisoba o la brocheta de dangos con salsa de soja.





Cerca del parque está el mercadillo de Ameyoko, que cuenta con numerosos comercios y puestos callejeros.

Asakusa es uno de los barrios más tradicionales de Tokio. Sus templos ofrecen un verdadero contraste con la parte más tecnológica de la ciudad. Su principal atractivo es el templo budista Senso-ji. 
Cuenta la leyenda que la estatua de Kannon fue encontrada en el río Sumida por dos hermanos pescadores en el año 628. El jefe de la aldea, Hajino Nakamoto, reconoció la santidad de la estatua y remodeló su casa, conviertiéndla en un pequeño templo para que sirviera de lugar de culto.
En el año 645, fue fundado el primer templo para su veneración, lo cual hace que sea el más antiguo de Tokio.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el templo fue bombardeado y destruido. Su posterior reconstrucción fue símbolo de la paz y renacimiento del pueblo japonés.



Sensō-ji
Día 3: Tsukiji, Ginza y Harajuku

La zona de Tsukiji centra sus atractivos en el mercado de pescado, donde recomiendan asistir como espectador a la conocida subasta de atún que tiene lugar a primera hora de la mañana, por lo que a este día hay que dedicar un madrugón considerable.
En nuestro caso, nos venció el cansancio de la caminata de los primeros días y llegamos algo más tarde. No pudimos ver la subasta, pero sí saborear el mejor sushi de nuestras vidas y sí, para desayunar. Merece la pena esperar las largas colas para degustar el sushi fresco en su más estricto sentido. 

En una distancia fácilmente recorrida a pie, se encuentra el barrio de Ginza, al cual podríamos llamarle el barrio pijo. Largas avenidas con tiendas de grandes marcas a ambas orillas se disponen formando un paisaje al más puro estilo neoyorkino (aunque nunca he estado en NYC). Añadiendo un tinte subjetivo, diré que no es uno de mis barrios predilectos y, por tanto, lo eliminaría de mi lista de cosas que ver. No obstante, no está de más dedicarle un rato y, por supuesto, para gustos, los colores. 
Sin embargo, Harajuku encabezaría esa lista. Es el barrio más extravagante, en el que podremos encontrar una gran cantidad de tiendas con artículos que escapan a nuestra imaginación. Algo que nos llamó la atención fueron los típicos uniformes escolares, mundialmente conocidos gracias al manga y al anime. Su calle principal, Takeshitaes todo un espectáculo. 
Takeshita street
En el barrio de Shinjuku, donde nos alojamos, probamos un karaoke típico japonés, y la experiencia nos dejó con ganas de repetir.

Día 4: Kioto

¡Hora de probar los trenes bala!
Nos dirigimos rumbo a Kioto. Como habíamos leído en algunos blogs, los pasajeros se apresuran por reservar los asientos del lado derecho (en la dirección del viaje) para poder visualizar el monte Fuji, lo cual no es fácil debido a la gran masa nubosa que se concentra a su alrededor normalmente. 

Tras localizar el alojamiento y desprendernos del equipaje, nos dirigimos, mapa en mano, hacia el barrio de Gion, o también conocido como el barrio de las Geishas. Ya teníamos en mente que no era tarea fácil ver a las verdaderas Geishas, pues éstas dicen esconderse de los turistas y no suelen andar por las calles durante el día. Pero no es complicado ver a Maikos (aprendices de Geisha) por esa zona.
Tuvimos la suerte de llegar a tiempo a un espectáculo en el Gion Corner, un teatro donde se puede disfrutar de diversas representaciones entre las que encontramos:

- Kyo-mai: Baile tradicional de mano de maikos. A simple vista, parecen movimientos y coreografías sencillos. Sin embargo, lleva años y mucha dedicación llegar a ser experto en este arte.

- Ikeabana: Arreglo floral.

- Chado: Ceremonia del té.

- Concierto de koto, un instrumento de seis cuerdas similar al arpa.

- Música y baile gagaku: Literalmente denominada "música elegante", es un tipo de música clásica japonesa que se interpreta en la corte imperial.

- Teatro cómico kyogen: Aunque es en japonés, gracias a la escenografía y movimientos exagerados de los actores, se entiende perfectamente de qué trata la obra. 


Ikeabana
Chado
Kyogen
Día 5: Fushimi Inari

Éste es el santuario al que problablemente dedicamos más ganas y tiempo. Es uno de los que sirvió de escenario a la película Memorias de una Geisha.
Merece la pena recorrer sus largos túneles flanqueados por columnas en las que se puede ver grabaciones en japonés y seguir el recorrido ascendente, haciendo una que otra parada en los altares que nos vamos encontrando.
Fushimi Inari, santuario sintoísta, es uno de los más antiguos de Japón, ya que existe desde el siglo VIII. Es el principal santuario entre los dedicados a la deidad Inari, que suele representarse como una deidad masculina, femenina o andrógina y, en ocasiones, se representa como un conjunto de 3 ó 5 deidades. Es la divinidad japones de la fertilidad y el arroz, la agricultura, los zorros, la industria y el éxito en general.

Después de las merecidas fotos, nos dirigimos al bosque de bambú de Arashiyama, al oeste de Kioto.



Bosque de bambú
Día 6: Kiyomizu-dera y Pontocho

Kiyomizu-dera (en japonés, templo del agua pura), es el  nombre que abarca varios templos budistas. El conjunto forma parte de los Monumentos históricos de la antigua Kioto, pertenecientes al Patrimonio de la Humanidad, declarado por la Unesco.





Pontocho es uno de los cinco distritos de geishas de Kioto. Consiste básicamente en una única calle estrecha y peatonal, paralela al río Kamo. Al igual que Gion, en Pontocho podemos pasear por calles coquetas entre tiendas y restaurantes tradicionales.

Pontocho
Día 7: Nara

Desde Kioto, nos vamos de excursión en tren a Nara, antigua capital del país nipón en la edad medieval.
Si hay algo que caracteriza a Nara son los ciervos sika. Tanto es así que  hay puestos en la calle donde venden comida para ellos.





Nara cuenta con varios templos, de los que, sin duda, destacaría el Todai-ji.
La visita a este templo comienza en la puerta Nandaimon, un portón de madera de grandes dimensiones que data del año 1199. A ambos lados, se encuentran dos estatuas que, junto a la puerta, son tesoros nacionales.
Una vez atravesada la puerta, entramos al complejo del salón Daibutsuden o salón del Gran Buda

Nandaimon
Vista exterior de Daibutsuden
Gran Buda
Día 8: Odaiba - Oedo Onsen Monogatari

En la isla artificial de Odaiba, junto al puerto, se encuentra el Oedo Onsen Monogatari, que es un complejo de aguas termales que ofrece una amplia variedad de servicios de belleza y bienestar. En su interior, también puedes encontrar diferentes puestos de comida y bebida, zonas de recreativos e, incluso, un hotel. 

El puerto es un buen punto desde el que contemplar el atardecer. Conforme va entrando la noche, se van iluminando los rascacielos, formando un mosaico de luces reflejado en el agua. 
Junto al centro comercial Aqua City, se encuentra el mirador desde el que podemos tomar una foto que encuadre los dos elementos más fotografiados de la zona, el Rainbow Bridge y la Estatura de la Libertad, que curiosamente es una réplica de la que se encuentra en París.




 Día 9: Kamakura


 



Nos despedimos de Japón con una última excursión. Esta vez, ¡a la playa!
Cogemos el tren con destino a Kamakura, una ciudad costera al sur de Tokio. Es una importante zona turística, con numerosos templos budistas y santuarios sintoístas, entre los que destaca el Kotoku-in, que alberga en su interior el Daibutsu o Gran Buda.




Es el segundo Buda más grande de Japón en posición sentada, por detrás del Gran Buda de Nara. Originariamente. se encontraba en un templo, pero fue arrasado por un tsunami a finales del siglo XV. 



Playa de Kamakura

Otro de los templos que visitamos es Hase-dera, que cuenta con una abundante y preciosa vegetación. De hecho, fue allí donde vimos los primeros cerezos en flor. 
Algo que llama la atención de este templo es la gran cantidad de estatuas Jizo, que son representaciones en piedra del bodhisattva Jizo Bosatsu, uno de los más queridos en Japón.
Este seguidor de Buda es el guardián de los viajeros, de los niños y de la maternidad, de ahí los juguetes, gorritos y bufandas que dejan como ofrenda.







Normalmente, las estatuas son colocadas por los padres que lloran la muerte de sus hijos pequeños.

En este templo también descansa una de las estatuas de madera de la diosa Kannon más grandes de todo Japón.




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